miércoles, 25 de noviembre de 2015

TRABAJO EN GRUPO EN LA ESCUELA.

Para lograr un exitoso Aprendizaje cooperativo es  apropiado que cada integrantes del grupo realice  la tarea asignada, no solamente lo que desee; algunas personas se encausan por lo más fácil y dejan lo difícil para que los demás lo realicen, esto no es útil para el éxito; si cada uno realiza  lo que sea asignado, se logra  el progreso.
Los niños también en ocasiones subestiman a sus compañeros  piensan que no pueden realizar un determinado trabajo, esto no es cierto ya que este tipo de estudio va dirigido a personas de edades similares que cuentan con condiciones intelectuales y físicas parecidas.
 Distribuir las tareas en función de talentos. Si se necesita dibujar, esto lo harán los que tengan el talento del dibujo y los demás estarán realizando otros trabajos que aunque sean un poco difíciles, ellos los pueden realizar; de esta manera se logra el aprendizaje deseado. Para lograr este punto es importante conocer a los miembros del equipo.
  El deseo de aprender es indispensable en este tipo de aprendizaje. Esto significa que todos deben tener espíritu investigador y aportar conocimientos para lograr un aprendizaje colectivo.
 
MI OPINIÓN: Yo creo que es una buena forma de trabajar, porque a parte de aprender a trabajar en grupo, te ayuda a relacionarte con los demás. Estoy de acuerdo con lo que dice este artículo: hay que repartirse el trabajo y que todas las personas que formen el grupo, trabajen por igual. Así se conseguirá un buen aprendizaje cooperativo
 

domingo, 22 de noviembre de 2015

VIsita a la Escuela Infantil

El pasado miércoles fuimos a visitar la Escuela Infantil de Valverde, para pasar la mañana junto a los pequeños y observar como las maestras daban las clases.
A mi me tocó la clase de 2-3 años.
Cuando llegué, la directora me llevó a la clase donde yo iba a estar y me presentó a la maestra.
Nada más entrar en el aula, un pequeño llamado Javier, se vino hacia a mí y estuvo a mi lado durante toda la mañana y me llamaba "la seño nueva".
Me senté con ellos y la maestra comenzó a pasar lista, luego cantamos la canción del invierno, la de los días de la semana y la de "sol, solito..". Luego, le repartimos a los niños un papel para que dibujaran las hojas del otoño.
Más tarde, el desayuno, y a las 11h fuimos al patio a jugar. Durante la hora del patio me lo pasé genial: jugué con todos los niños.
Cuando terminó la hora del patio, volvimos al aula y la maestra me dio plastilina para que jugara con ellos, y eso hice.
Por último, nos reunimos en la sala de la televisión con otras dos clases más y vimos la película de "Los tres cerditos".
Cuando llegó la hora de irme, ya estaban preparando a los pequeños para ir al comedor.
El pequeño Javier empezó a llorar porque no quería que me fuera, y me dio un beso...y con muchísima pena me fui, pero a la vez estaba contenta porque me lo pasé muy bien.
¡Y ya deseando que llegue Enero para volver a pasar un dia con los pequeños en la guarde!

lunes, 12 de octubre de 2015

El Lobo y los 7 Cabritos

Había una vez una cabra que tenía siete cabritos, a los que quería tanto como cualquier madre puede querer a sus hijos. Un día necesitaba ir al bosque a buscar comida, de modo que llamó a sus siete cabritillos y les dijo:

-Queridos hijos, voy a ir al bosque; tened cuidado con el lobo, porque si entrara en casa os comería a todos y no dejaría de vosotros ni un pellejito. A veces el malvado se disfraza, pero podréis reconocerlo por su voz ronca y por sus negras pezuñas.

Los cabritos dijeron:

-Querida mamá, puedes irte tranquila, que nosotros sabremos cuidarnos.

Entonces la madre se despidió con un par de balidos y, tranquilizada, emprendió el camino hacia el bosque.

No había pasado mucho tiempo, cuando alguien llamó a la puerta, diciendo:

-Abrid, queridos hijos, que ha llegado vuestra madre y ha traído comida para todos vosotros.

Pero los cabritillos, al oír una voz tan ronca, se dieron cuenta de que era el lobo y exclamaron:

-No abriremos, tú no eres nuestra madre; ella tiene la voz dulce y agradable y la tuya es ronca. Tú eres el lobo.

Entonces el lobo fue en busca de un buhonero y le compró un gran trozo de tiza. Se lo comió y así logró suavizar la voz. Luego volvió otra vez a la casa de los cabritos y llamó a la puerta, diciendo:

-Abrid, hijos queridos, que vuestra madre ha llegado y ha traído comida para todos vosotros.

Pero el lobo había apoyado una de sus negras pezuñas en la ventana, por lo cual los pequeños pudieron darse cuenta de que no era su madre y exclamaron:

-No abriremos; nuestra madre no tiene la pezuña tan negra como tú. Tú eres el lobo.

Entonces el lobo fue a buscar a un panadero y le dijo:

-Me he dado un golpe en la pezuña; úntamela con un poco de masa.

Y cuando el panadero le hubo extendido la masa por la pezuña, se fue corriendo a buscar al molinero y le dijo:

-Échame harina en la pezuña.

El molinero pensó: «Seguro que el lobo quiere engañar a alguien», y se negó a hacer lo que le pedía; pero el lobo dijo:

-Si no lo haces, te devoraré.

Entonces el molinero se asustó y le puso la pezuña, y toda la pata, blanca de harina. Sí, así son las personas.

Por tercera vez fue el malvado lobo hasta la casa de los cabritos, llamó a la puerta y dijo:

-Abridme, hijitos, que vuestra querida mamá ha vuelto y ha traído del bosque comida para todos vosotros.

Los cabritillos exclamaron:

-Primero enséñanos la pezuña, para asegurarnos de que eres nuestra madre.

Entonces el lobo enseñó su pezuña por la ventana y, cuando los cabritos vieron que era blanca, creyeron que lo que había dicho era cierto, y abrieron la puerta. Pero quien entró por ella fue el lobo. Los cabritos se asustaron y corrieron a esconderse. El mayor se metió debajo de la mesa; el segundo, en la cama; el tercero se escondió en la estufa; el cuarto, en la cocina; el quinto, en el armario; el sexto, bajo el fregadero, y el séptimo se metió en la caja del reloj de pared. Pero el lobo los fue encontrando y no se anduvo con miramientos. Iba devorándolos uno detrás de otro. Pero el pequeño, el que estaba en la caja del reloj, afortunadamente consiguió escapar. Una vez que el lobo hubo saciado su apetito, se alejó muy despacio hasta un prado verde, se tendió debajo de un árbol y se quedó dormido.

Muy poco después volvió del bosque la vieja cabra. Pero ¡ay!, ¡qué escena tan dramática apareció ante sus ojos! La puerta de la casa estaba abierta de par en par; la mesa, las sillas y los bancos, tirados por el suelo; las mantas y la almohada, arrojadas de la cama, y el fregadero hecho pedazos. Buscó a sus hijos, pero no pudo encontrarlos por ninguna parte. Los llamó a todos por sus nombres, pero nadie respondió. Hasta que, al acercarse donde estaba el más pequeño, pudo oir su melodiosa voz:

Mamaíta, estoy metido en la caja del reloj.

La madre lo sacó de allí, y el pequeño cabrito le contó lo que había sucedido, diciéndole que había visto todo desde su escondite y que, de milagro, no fue encontrado por el lobo. La mamá cabra lloró desconsoladamente por sus pobres hijos.

Luego, muy angustiada, salió de la casa seguida por su hijito. Cuando llegó al prado, encontró al lobo tumbado junto al árbol, roncando tan fuerte que hasta las ramas se estremecían. Lo miró atentamente, de pies a cabeza, y vio que en su abultado vientre, algo se movía y pateaba. «¡Oh Dios mío! -pensó-, ¿será posible que mis hijos vivan todavía, después de habérselos tragado en la cena?» Entonces mandó al cabrito que fuera a la casa a buscar unas tijeras, aguja e hilo. Luego ella abrió la barriga al monstruo y, nada más dar el primer corte, el primer cabrito asomó la cabeza por la abertura y, a medida que seguía cortando, fueron saliendo dando brincos los seis cabritillos, que estaban vivos y no habían sufrido ningún daño, pues el monstruo, en su excesiva voracidad, se los había tragado enteros. ¡Aquello sí que fue alegría! Los cabritos se abrazaron a su madre y saltaron y brincaron como un sastre celebrando sus bodas. Pero la vieja cabra dijo:

-Ahora id a buscar unos buenos pedruscos. Con ellos llenaremos la barriga de este maldito animal mientras está dormido.

Los siete cabritos trajeron a toda prisa las piedras que pudieron y se las metieron en la barriga al lobo. Luego la mamá cabra cosió el agujero con hilo y aguja, y lo hizo tan bien que el lobo no se dio cuenta de nada, y ni siquiera se movió.

Cuando el lobo se despertó, se levantó y se dispuso a caminar, pero, como las piedras que tenía en la barriga le daban mucha sed, se dirigió hacia un pozo para beber agua. Cuando echó a andar y empezó a moverse, las piedras de su barriga chocaban unas contra otras haciendo mucho ruido. Entonces el lobo exclamó:

¿Qué es lo que en mi barriga bulle y rebulle? Seis cabritos creí haber comido,
y en piedras se han convertido.

Al llegar al pozo se inclinó para beber, pero el peso de las piedras lo arrastraron al fondo, ahogándose como un miserable. Cuando los siete cabritos lo vieron, fueron hacia allá corriendo, mientras gritaban:

-¡El lobo ha muerto! ¡El lobo ha muerto!

Y, llenos de alegría, bailaron con su madre alrededor del pozo.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Bienvenida

Hola, soy Cristina Muñoz Reyes , tengo 20 años y soy de Rociana Del Condado.
Os doy la bienvenida a mi blog, un medio para expresar mis ideas y punto de vista, al tiempo de darme la oportunidad de conocer vuestras ideas. Un saludo 😊